La insoportable levedad de Kofi Annan

Por Manuel Vázquez Montalbán
Publicado en La Jornada sábado 12 de junio de 1999

La insoportable levedad del ser ya es algo más que un título de novela de Kundera y mucho más que un problema metafísico. Vivimos tiempos en los que se constata la insoportable levedad de casi todo, desde la Coca-Cola al pensamiento filosófico.

Kofi Annan no tenía por qué ser una excepción. De hecho lo eligieron secretario general de la Organización de Naciones Unidas para que fuera un secretario leve, a la manera de Javier Pérez de Cuéllar, y no un secretario respondón frente a los intereses estadunidenses, como finalmente resultó ser Boutros Ghali. Cuando llegó a la Secretaría General, Kofi Annan, ante la situación de bancarrota logró promesas de financiación de Bill Clinton pero siempre que consiguiera convencer al sector contrario a Naciones Unidas del Senado, dirigido por el senador Jesse Helms, que considera a la ONU la heredera espiritual del comunismo internacional.

Tal es la habilidad del actual secretario que fue aceptado por el poderoso senador y tras varios años de ejercer su mandato ha conseguido pasar desapercibido, a medias por voluntad propia, a medias porque la estrategia diseñada por el Departamento de Estado apunta a convertir a la OTAN en la verdadera garante del orden internacional y procurar que la ONU se reduzca a paisaje ético del mundo, algo así como el Papa cuando pide que los hombres se amen los unos a los otros como Dios les ama y pidan ayuda a la Virgen María como mediadora. Kofi Annan sería como la Virgen María del nuevo orden internacional.

Cuando fue evidente que Estados Unidos tenía su propia interpretación de la soberanía internacional y bombardeaba Irak cada vez que interesaba a los teólogos de la seguridad estadunidense, Javier Solana lanzó al mercado la doctrina Solana que justificaba las acciones militares de la OTAN o del tanden aliado USA-Reino Unido sin necesidad de esperar el consentimiento del Consejo de Seguridad. Significaba la primera cuchillada de muerte contra la ONU y el señor Kofi Annan la asumió sin un rictus. Lo habían nombrado para eso.

Cuando de la lista de violadores de derechos humanos del mundo se escogió a Slobodan Milosevic, convertido en el Fumanchú de fin de milenio, y la OTAN prescindió de la ONU para comenzar sus bombardeos sin previa declaración de guerra, el secretario Annan expresó su leve disgusto porque una acción de este tipo ponía en entredicho la significación de la ONU. Pero no pasó a mayores. Sabía que no podía pasar a mayores y el nivel de inteligencia de cualquier ser humano se revela por el conocimiento de sus límites. No obstante tramó algunas frases afortunadas y bien intencionadas, como pedir para la Organización de Naciones Unidas un papel central en la búsqueda de una solución a la crisis de Yugoslavia y ofreció la ONU como paraguas protector del conflicto, y cuando Belgrado aceptó las condiciones de la OTAN, calificó el gesto como...un movimiento muy importante en la dirección correcta. El lenguaje diplomático no tiene secretos para el secretario general de Naciones Unidas, factor importante si tenemos en cuenta que los éxitos más espectaculares de la ONU se han dado en el terreno lingüístico, en el que ha conseguido eufemismos magistrales para conseguir dar impresión de levedad a los conflictos de la historia.

Formado intelectualmente en Estados Unidos como economista en la Universidad de Minnesota y en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusets), Kofi Annan se apresta ahora a dar el visto bueno a todo lo sucedido en Yugoslavia en los últimos meses, otorgando así la legitimidad de la ONU a las iniciativas de la OTAN. Para algunos se trata de ayudar a la OTAN a salir de un maldito embrollo, para otros analistas se da un paso más hacia la obviedad de la derrota funcional de la ONU, aunque es posible que la OTAN tarde varias décadas en encontrar otra causa humanitaria tan gratificante como la de los albano-kosovares y mientras tanto la ONU puede volver a jugar a bailar su eterno minueto conmiserativo sobre las calaveras de las víctimas de la globalización.