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Por Pablo Soroa Fernández
En esta primera villa de Cuba se restaura la iglesia parroquial
mayor, reconstruida en 1805 luego de que fuera pasto de las llamas
como consecuencia de uno de los frecuentes ataques de piratas
y corsarios.
La reparación del sitio donde permanece la Santa Cruz
de la Parra, plantada por Cristóbal Colón a la
entrada de esta bahía durante su primer viaje, se concentra
en sustituir la madera podrida y otros elementos que se hallan
en mal estado en las dos torres y el falso techo.
Casi está renovada la balaustrada que circunda la iglesia,
a la que antecedió, tres siglos antes, aquella en que
Fray Bartolomé de las Casas ofició la primera misa,
a raíz del acto fundacional de Baracoa, ocurrido el 15
de agosto de 1511.
Meticulosas acciones restauradoras se llevarán a cabo
en el altar mayor y en las tres campanas ubicadas en las torres,
a las que especialistas trataran de restituirles el bronce dañado
sin afectarles la sonoridad.
Alejandro Hartmann, historiador de la denominada Villa de Nuestra
Señora de la Asunción, declaró a la AIN
que esas mejoras alcanzan las paredes interiores y las exteriores
que se enlazan con la casa parroquial, recientemente remodelada.
Por si solo amerita el rescate de la parroquia el ser guardadora
de la Cruz de la Parra, símbolo que acompañó
a los conquistadores y fue salvado por los vecinos en 1652, cuando
los piratas se alojaron durante 12 días en aquel templo
y saquearon el resto de los ornamentos.
También añade interés a este sitio que en
el tomo uno del Libro de matrimonios de la Asunción, patrimonio
de la iglesia, aparece registrada una insólita unión,
que el presbítero Don Tomás Vicente legalizó
en el año del Señor de 1819 según relataría
posteriormente el historiador Emilio Roig de Leuchsenring en
su obra Médicos y medicina en Cuba, integraban aquella
pareja la baracoense Juana Antonia de León y el peninsular
doctor Enrique Faber, quien resultó ser también
una mujer, como se descubrió después
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