PARTIDO COMUNISTA DEL PERU

-        PATRIA ROJA - 

PRONUNCIAMIENTO LUEGO DEL MENSAJE DEL 28 DE JULIO

 

El mensaje presidencial de Fiestas Patrias, como era previsible, no satisfizo a los de “arriba”, que esperaban un pronunciamiento categórico a favor de la profundización de las “reformas” neoliberales y de mano dura para contener el descontento popular, ni a los de “abajo”, que exigen el cambio del modelo económico, el cese de las privatizaciones, además de soluciones urgentes a problemas de trabajo, ingresos, mercado y precios para los productores del campo, etc.

El Presidente Toledo se ha declarado, insistentemente, promotor del cambio. En efecto, el cambio de rumbo económico, político, social y ético es lo que el Perú necesita con urgencia. Pero el suyo se reduce a repetir una genérica economía “social de mercado con rostro humano”, que es más de lo mismo con otra etiqueta, la que propone el Banco Mundial para atenuar el capitalismo salvaje que se nos ha impuesto a lo largo de las dos  últimas décadas.

 Experto en ofrecer promesas que no cumplirá, esta vez también fue pródigo: ofreció desde la  rebaja del precio del guano de isla hasta un millón de puestos de trabajo  milagrosamente facilitados por el ATPA. Y todo eso después de un mea  culpa que le permitiera un respiro de aire fresco para calmar la desconfianza ciudadana, que se extiende como un manto de aceite sobre toda la sociedad.

Un mensaje, en fin, confuso, errático, continuista,  salpicado de medidas sociales que lo muestren más presentable. El viejo discurso neoliberal está agotado. Necesitan remozarlo para hacerlo digerible en esta "segunda etapa" o pescar incautos que no faltan, atentos al último cambio ministerial para encontrar un nuevo rumbo "en el manejo económico" que no existe en la realidad.

 

II

 La Concertación Nacional ha tenido su primera prueba de fuego. Pudo ser la base de las promesas presidenciales. Pero quedó ausente como queriendo demostrar que bastaba con que estuviera escrito en el papel. Ese es su destino porque nace no de la voluntad política para producir los cambios de verdad que el país necesita, sino de la componenda para capear la tormenta social y política. Rubricada en las alturas y negociada entre bastidores, no lleva el sello del entusiasmo popular.

Nada se ha dicho sobre las privatizaciones. Menos sobre una deuda externa que se ha convertido en la principal traba para el desarrollo. Se explica por sus compromisos umbilicales con quienes manejan, desde el exterior, los hilos de la economía nacional. El gobierno nada hará que disguste al FMI o el BM. Blando hasta doblar el espinazo con los poderosos, pero duro con el pueblo. Si las privatizaciones se postergan se debe sólo al temor de que se produzcan otros arequipazos.

 La esperanza en el torrente de capitales que lleguen del exterior, que es el punto esencial del programa gubernamental, terminará en una nueva frustración. Los capitales no van a países en crisis sino allí donde pueden obtener elevadas tasas de ganancia. América Latina no está en las prioridades de los monopolios y financieras. Menos el Perú. El ATPA, que ya tuvieron los países andinos hasta fines del 2000, siendo un alivio para ciertos sectores vinculados a la exportación está muy lejos de ser la varita milagrosa anunciada en el discurso de Fiestas Patrias. Ofrecer un millón de nuevos puestos de trabajo, con la facilidad con que se hace, suena a ridículo.

 Todo indica que los meses que vienen serán tensos mientras la crisis continuará su marcha ante un gobierno que está perdiendo el control del manejo político. Las elecciones próximas serán de algún modo un plebiscito, una clara señal de una nueva correlación política que está en curso. Y nada indica el cese de las justas luchas populares ni el descuido de su organización ni el fortalecimiento de su unidad.

 

 

III

 Lo que queda claro es que a un año de instalado en Palacio el presidente Toledo y su gobierno continúan dando coletazos en  medio de una crisis que se le hace cada vez más difícil  manejar. Crisis profundizada por la aplicación de un modelo de economía que beneficia a las transnacionales y el gran capital nativo, que ha extendido la sobreexplotación del trabajo, reducido el salario y potenciado el desempleo, que ha acentuado el centralismo económico y político y  envilecido la cultura y los valores éticos.  Ese modelo es el neoliberalismo.

A estas alturas es obligado preguntarse si no estaremos marchando a trancos largos a convertirnos en un país inviable siguiendo la suerte de muchos países africanos víctimas de los manejos del imperialismo a través del  Banco Mundial.

 El fujimorismo se sostuvo por una década recurriendo a un poder autocrático, al asistencialismo, al chantaje, a la corrupción y la manipulación de los medios, y también por que contó con el respaldo norteamericano

 Toledo se encuentra en otro tiempo: el del derrumbe del modelo presentado como sinónimo de éxito para sacar del atraso y la pobreza a nuestras sociedades. Además, en medio de una crisis mundial del capitalismo que alcanza a los EE.UU.

 La inflación devoró la economía peruana y empobreció al pueblo en los noventa. La recesión, la crisis fiscal y el derrumbe financiero, son los signos de hoy. Salimos de la sartén para caer en la brasa, mientras el país continúa su marcha hacia la pobreza, el atraso,  la exclusión para la mayoría de sus habitantes.

Pero la crisis es también política, social, cultural y ética, cuyas raíces son anteriores al gobierno de Toledo, y lo continuará si no se producen los grandes cambios de verdad que reclama.

 El gobierno de Perú Posible se encontró con una oportunidad brillante de cara al siglo que ingresamos. Oportunidad una vez más perdida. El derrumbe de la dictadura fujimorista creó el ambiente subjetivo para producirla. También las expectativas de millones de peruanos que esperaron con entusiasmo este nuevo período. En su lugar, sin embargo, prevaleció la voluntad continuista, la estrechez de miras, la ausencia de coraje para enfrentar la realidad. El resultado es el  descrédito, la desconfianza generalizada en su gestión, el pesimismo justificado en sus posibilidades para revertir esta situación, aparte de señales claras de manejos parecidos a los de la dictadura.

 Las cartas están echadas. Ahora pocos abrigan  confianza en que terminará su mandato. Además, la crisis argentina, uruguaya, la amenaza que se cierne sobre Brasil, expone toda América del Sur a un futuro convulso de la que no escapará el Perú.

 

IV

 Las grandes jornadas de lucha de los últimos meses colocan al pueblo trabajador como figura protagónica del acontecer nacional, donde ocupan un lugar especial los frentes regionales. Falta que sus propuestas, todavía parciales, se eleven hasta convertirse en la alternativa a los temas nacionales fundamentales. La viabilidad de una salida de cambio en el cuadro de la crisis actual no puede desconocer a su verdadero representante: el pueblo movilizado, organizado, consciente de su papel protagónico. El único que puede cerrarle el paso al continuismo neoliberal y a cualquier tentación autoritaria,  y defender consecuentemente sus derechos abriendo  un NUEVO CURSO para el Perú.

 Lima, 30 de julio del 2002.

 

 BURÓ POLITICO DEL COMITÉ CENTRAL