Más allá de coincidir o no con todos
los temas planteados aquí por Inés Izaguirre, es interesante la lectura de
este trabajo, como aporte al necesario debate en las organizaciones
populares sobre el momento actual, las perspectivas, y la necesidad de avanzar
en un camino de cambios profundos, que no resolverá - ni mucho menos - ningún
proceso electoral.
"La sangre derramada no será
negociada"
"Que se vayan todos, que no quede
ni uno sólo"
¡A reflexionar, a debatir, a
organizarnos, para terminar definitivamente con este sistema
hambreador y asesino!
Pablo
[ Tomado
de PolíticaConoSur (pcs) Resumen Nº 265 ]
ARGENTINA: REFLEXIONES SOBRE LA DESOBEDIENCIA OBRERA
por Inés Izaguirre (*)
El 26 de junio marca un hito después de las Jornadas de diciembre. Diciembre
fue una insurrección espontánea en la que se hizo presente todo el espectro
de fracciones del pueblo. El 26 de Junio, bajo la forma popular del
"corte de ruta, de calle, de puente", fue liderado por una fracción
obrera desocupada y militante: un modelo de lucha organizada por el pueblo más
expropiado. El ejercicio represivo desatado por el gobierno provocó un
combate, que culminó con el asesinato de dos jóvenes luchadores- Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki - de la Coordinadora Aníbal Verón.
Quiero destacar, en esta lucha cruenta en la que nuevamente el pueblo pone los
mártires, el proceso de aprendizaje que recorre el cuerpo social al ritmo de
las confrontaciones. En medio del discurso reaccionario de la mayor parte del
establishment periodístico y político, que retoma con impudicia policíaca
el discurso de la dictadura militar, bajo un ropaje democratista, se observan
ciertos hechos que a mi juicio denotan un nuevo estadio del proceso de lucha
de clases y que, como dije, expresan un avance en la conciencia social, como
resultado dela asimilación de sus prácticas:
(1) La emergencia solidaria cada vez más veloz y precisa de nuevas fracciones
de trabajadores ocupados, que se hacen presentes en medio del fragor de los
hechos aportando sus saberes. Si en diciembre en Buenos Aires fueron los
motoqueros, que operaban como enlaces veloces entre los diversos grupos que
confrontaban a las fuerzas represivas, en junio fue decisiva la acción de los
reporteros gráficos, que produjeron la documentación indispensable para
avalar a los testigos visuales, y para contraponer una a una las falsas
declaraciones del poder, tanto político como armado. La experiencia gestada
con José Luis Cabezas fue iluminadora para todos ellos.
(2) La lucidez con que actuó el periodismo independiente forjado al calor de
la lucha de madres y abuelas, que no compró el discurso oficial, y
(3) la rapidez con que se movilizó buena parte del pueblo, frente a la rémora
de algunos dirigentes.
(4) También la pericia con que los diputados de izquierda pusieron coto a una
serie de acciones ilegales: Zamora y Ripoll, por ejemplo, con larga
experiencia en la lucha por los derechos humanos, desalojaron a las fuerzas
represivas del asalto al local de Izquierda Unida. Otro tanto intentaron en el
Fiorito, donde quedó claro
que la directora no sabía cómo contener la invasión, ni sabía que tenía
autoridad para exigirlo. Con muchos otros, se distribuyeron asimismo el
salvataje de los detenidos a manos de la policía. La presencia de esos
diputados es en este momento una situación nueva y positiva en relación a
confrontaciones anteriores: usan sus fueros a favor del pueblo.
(5) Finalmente registramos un nuevo observable que se ha hecho presente
en una situación de ejercicio de la violencia estatal y que es síntesis de
las anteriores: por detrás de las apariencias, ha comenzado a funcionar una
red social de solidaridades defensivas, que opera con rapidez y eficiencia,
exhibiendo una mayor conciencia del campo popular.
Desde el poder, en cambio, sólo se pudo construir una nueva operación
discursiva, estigmatizante y encubridora, en la que reapareció la teoría de
los dos demonios, esta vez entre piqueteros "buenos" y piqueteros
"malos".
Unos, forzadamente mansos, porque aún siguen subordinados al manejo piramidal
de dirigentes que controlan sin pudor planes de asistencia y reproducen el
discurso maccarthysta de la dictadura. Esos son los "democráticos".
Los otros, desobedientes, autónomos, rebeldes y creativos, han
aprendido que tienen derechos. Esos son los "violentos". Recuperan
la larga experiencia obrera de la resistencia y están dispuestos a librar su
intifada criolla. Cubren sus rostros para los encuentros callejeros y
para hacer menos vulnerable su inermidad.
No obstante, muchos en estos días - periodistas, oyentes de audiciones de
radio, muchas personas que
podríamos ubicar en el arco progresista - sin duda todos desde la comodidad
de su living calefaccionado, expresan un reclamo de identidad y se atreven a
preguntarles: ¿Por qué cubren sus rostros? O sea ¿Cómo se atreven a tener
una máscara?¿No se dan cuenta que así evocan a los "subversivos"
(de Chiapas)?
Pienso que la mayoría de los políticamente correctos ciudadanos
bienpensantes no advierten en ese reclamo su oscura complicidad policíaca,
que des-conoce la profusa capacidad encubridora de las múltiples máscaras de
los que nos expropian todos los días y le niegan a quienes sólo les ha
quedado su dignidad hasta la posibilidad de defenderse. Con idéntica
subjetividad represora les dan lecciones morales acerca de la no violencia. Y
advertimos con profunda preocupación qué hondo caló el discurso
maccarthysta de la dictadura, que sólo ve la violencia de un solo lado, una
violencia inmediata, de imágenes sin historia, y no acierta a reconocer la
violencia inhumana de quienes han producido y siguen reproduciendo esta catástrofe
social.
(*) Socióloga, docente e investigadora
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Ines Izaguirre -
izagui@mail.retina.ar
Instituto de Investigaciones "Gino Germani"
Facultad de Ciencias Sociales - UBA/CONICET
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