HAY
QUE IR A MAS EN LA REBELION
La conducta del gobierno,
asesinando otra vez a trabajadores y acusándolos de ser responsables de “la
violencia”, demostró que arrastrarse a los pies del FMI es un camino sin
retorno. Eduardo Duhalde, como en su tiempo Isabel Perón, quiere salvarse
mostrando a los monopolios que puede ser su garrote para imponer “el orden”.
Que no hace falta que esos dueños del poder den un golpe de Estado. Que él
hará los deberes, matando de hambre a millones de personas y matando a tiros
a los luchadores que haga falta.
Pero es harto difícil que Duhalde convenza a sus interlocutores de
Washington y a los que representan esos intereses en las diez manzanas de
“la City” porteña. Es que está a la vista que puede caer en el corto
plazo debido a las extraordinarias movilizaciones del pueblo, que ya echaron
al gobierno de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.
La brutal dependencia de Duhalde hacia el imperio quedó graficada
cuando dijo que hasta no saber con qué ayuda contará del FMI no le será
posible tener un plan económico propio. Ahora augura que si EE.UU. no lo
ayuda habrá grandes problemas en América Latina. Dicho en otras palabras, si
no consigue plata con la mendicidad de “lamebotas yanqui”, apuesta a
lograrlo con cierto chantaje. Lo más seguro es que no logre nada.
Es que el imperio ve que el gobierno argentino es débil y no garantiza
la aplicación a fondo de las recetas fondomonetaristas. Incluso cuando se
decide a reprimir duro a los desocupados, luego se desdice y echa la culpa de
esa represión a sus propios comisarios.
Y de ese modo, la administración Bush, los organismos multilaterales
de crédito y los monopolios se reafirman en la necesidad de imponerse
mediante un golpe cívico-militar. El bloque de las clases dominantes quiere
un gobierno propio 100 por ciento, mediante una salida de fuerza que derrame
muchísima sangre piquetera y patriota. Los banqueros como Manuel Sacerdote (BanKBoston),
terratenientes como Enrique Crotto (Sociedad Rural) y monopolistas como Pérez
Companc (Pecom) y Roberto Rocca (Techint), fogonean eso junto a Carlos Menem,
Ricardo López Murphy, Mauricio Macri, el general Ricardo Brinzoni y las
Fuerzas Armadas.
Hacen como el tero, que pega el grito en un lado y esconde su nido en
otro. Dicen que “los piqueteros son violentos” y en realidad están
preparando un autogolpe (Duhalde) y un golpe cívico-militar (los amigos de
los yanquis).
Duhalde mantiene su receta de ajuste, en medio de las promesas hechas
por el ministro de Economía a los popes de Washington. Esto anticipa más
dolor para el pueblo, cuando golpean las crudas temperaturas del invierno y
son más los muertos de hambre y frío.
Como el gobierno está a punto de sucumbir, ha anticipado las
elecciones para dentro de ocho meses. Es una jugada desesperada para sacar a
la gente de las movilizaciones y atraer a los partidos del sistema, incluido
el ARI de Elisa Carrió, aislando a los sectores combativos.
El pueblo tiene que protagonizar un nuevo Argentinazo que tire abajo al
Poder Ejecutivo, el Congreso “trucho” y a los 9 integrantes de la Corte
Suprema de Injusticia, así como a sus correlatos provinciales y municipales.
ESTO ES IR A MAS.
La represión criminal del 26 de junio hizo que muchos progresistas y
otros que no lo son aconsejaran “la resistencia pacífica y no violenta”.
Entre ellos el ARI, el Polo Social, el Frenapo, Luis D´Elía y la cúpula de
la FTV-CTA, algunos obispos, intelectuales y periodistas. Lo propusieron por
dos razones: no son los afectados por el hambre y están ilusionados en una
salida electoral más pronta y más general que la planteada por Duhalde.
Frente a los que quieren tocar a retirada, nosotros proponemos ir a más.
Esto significa ELEVAR LAS LUCHAS HACIA UN ARGENTINAZO SUPERIOR, con un rol más
dirigente de la clase obrera, para derrotar al gobierno, la salida electoral
tramposa, el autogolpe y el golpe proyanqui. Así se empezará a despejar el
camino para establecer un gobierno popular en todo el país o una parte del
mismo.
El gobierno y sus agentes en los medios comprados por las
multinacionales seguirán acusando de “violentos” a los luchadores porque
llevan palos y gomeras a las marchas. Pero
ir a más también es ORGANIZAR LA AUTODEFENSA DEL MOVIMIENTO DE MASAS, para
responder a las agresiones que están descargando sobre los piqueteros, la
izquierda y las asambleas barriales. Sobre todo cuando detrás de la policía
se embosca el ejército del general Brinzoni que alienta el golpe y hace
ejercicios con los militares yanquis mientras pone cara “de bueno” al
repartir los bolsones alimentarios.
Para enfrentar al hambre, el FMI y la represión del gobierno somos
partidarios de una amplia unidad popular, democrática y antiimperialista. No
es sólo una cuestión de supervivencia sino algo estratégico: apuntamos a
forjar un FRENTE DE LIBERACION NACIONAL Y SOCIAL que aglutine desde el
proletariado, el campesinado pobre y el grueso de los explotados, hasta el
sector no monopolista de la burguesía nacional, pasando por las capas medias
arruinadas por los monopolios. Todo opositor que aporte un grano de arena a la
movilización debe ser bienvenido. Así se podrá enfrentar a los oligarcas e
imperialistas.
En lo inmediato hay que UNIR A LOS REVOLUCIONARIOS en un frente político
más consecuente. La garantía de una lucha seria que culmine con la toma del
poder no serán las Apymes ni los ex campesinos ricos venidos a menos. Tampoco
sus políticos que sueñan con un remedio electoral a los grandes males de la
Argentina y que se tientan con los próximos comicios. La unidad de las
multisectoriales, asambleas barriales y de trabajadores no excluye sino que
presupone un bloque político que dispute la dirección del movimiento de
masas y apunte a la toma del poder. La crisis es política y para resolverla a
favor del pueblo hace falta un frente político avanzado, superador de los
movimientos sociales y reivindicativos.
Hay
que dar pasos hacia ese embrión de dirección para que de los cortes de rutas
y puebladas se avance hacia formas superiores de lucha en pos de la revolución
popular.