Entrevista a Orlando Borrego Díaz, compañero de lucha

"El Che era un hombre de un optimismo total"


Especial para El Siglo, por Ximena Ortúzar

Buenos Aires.- Orlando Borrego Díaz luchó junto a Ernesto Che Guevara antes del triunfo de la Revolución Cubana, en la Columna 8 "Ciro Redondo", que Guevara comandaba y en la cual Borrego alcanzó el grado de primer teniente. Y después de tomado el poder, cuando todo estaba por hacerse, el Che lo llamó a colaborar con él en el Departamento de Industrialización y más tarde en el ministerio de Industrias, donde fueron ministro y viceministro, respectivamente.

Así, Borrego tuvo la oportunidad de convivir a diario con el Che, de conocerlo en la profundidad de las grandes decisiones y en los desafíos del día a día. Ese trabajo en conjunto sólo se interrumpió en 1965, cuando el Che partió a Bolivia.

Treinta y cuatro años después de la muerte del Guerrillero Heroico, Borrego escribe "Che, el camino del fuego" (Editorial Hombre Nuevo, Argentina), donde además de relatar su experiencia laboral y humana junto al Che, incluye textos inéditos escritos por él y que estaban destinados a un libro sobre economía política que él planeó y para cuya elaboración solicitó también el apoyo de Borrego.

En visita a esta capital para la presentación del libro, el autor y actual asesor de ministerio de Transportes de Cuba concede esta entrevista exclusiva:

-¿Cómo y cuando surge la idea del libro aún por escribir?

"Nace de los estudios del Che en materia de economía política. Y de su visión crítica acerca de la aplicación automática que se hacía del Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS. Me habló de ese proyecto en una carta, en 1965. El Che estaba en Praga, regresaba de El Congo. El me hizo llegar unos apuntes, pidiendo que los revisara a manera de 'ejercicio' junto a Luis Alvarez Room, que era en esa época ministro de Hacienda de Cuba".

-Pero el libro pensado por el Che no se hizo. ¿Por qué?

"Por las urgencias que vivíamos. Y, además, porque me parecía necesario comentar con el Che sus escritos. Porque ese 'ejercicio' era ni más ni menos que un tratado de economía política, que surgía como alternativo al Manual de la Academia".

-¿El Che era crítico en algunos aspectos de los 'socialismos reales'?

"Lo era, desde la trinchera de un hombre profundamente estudioso y profundamente comprometido con el socialismo, como lo explica en el prólogo que escribió para esa obra y que incluyo en este libro".

Un hombre excepcional

-¿Hay hombres insustituibles?

"No. No pienso eso. Hay una frase de Fidel, de muy al principio de la Revolución, cuando murió en un accidente de aviación el comandante Camilo Cienfuegos. Lamentando su muerte, Fidel aclaró, sin embargo: 'Hay muchos Camilos en el pueblo cubano'. Después, observando al Che en sus relaciones con los cubanos, con los trabajadores, que él desarrollaba de manera tan especial, nosotros le decíamos: 'Es que estas cosas solamente las puede hacer usted, por su voluntad, por su esfuerzo', y él nos interrumpía diciendo: 'No acepto nada de eso. Hay compañeros incluso aquí en Cuba que me superan en capacidad de sacrificio, en esfuerzo.' Y ponía como ejemplos concretos a héroes del trabajo de esa etapa tan dura y de tanta exigencia".

-Pero hay hombres excepcionales...

"Sin ninguna duda. Y el Che fue un hombre excepcional. Pero también en esto hay que seguir su línea de pensamiento. Hay muchos hombres excepcionales, en todas partes. Y es deber de los que tenemos alguna experiencia atender a los jóvenes que demuestran cualidades excepcionales, porque en ellos está la materia prima del hombre nuevo por el que el Che tanto luchó. El propio Fidel, cuando se le pregunta qué ocurrirá tras su muerte, responde que la Revolución seguirá adelante, liderada por hombres nuevos".

-Usted, siendo un joven combatiente, estuvo cerca del Che y luego, como adulto, fue su colaborador en otras tareas. Hoy, desde su madurez, ¿qué considera que hacía de él un hombre excepcional?

"Primero, su honestidad a toda prueba. Luego, su capacidad de sacrificio, su austeridad, su extraordinaria voluntad expresada en distintas facetas: en el estudio, en el trabajo, en las relaciones humanas, en su capacidad crítica, en su antidogmatismo. En su carácter carismático, en su internacionalismo: cada cosa que hacía en Cuba la hacía pensando en América Latina y en el mundo. Otro de sus rasgos excepcionales fue su extraordinaria confianza en la juventud. Y por supuesto su valentía personal expresada no solamente durante la lucha, sino después de la toma del poder, para enfrentarse a cualquier cosa que no entendía como racional, como consistente, como verdadera. Se enfrentaba con su gran espíritu crítico fundamentado en un estudio profunda de cada fenómeno y con un rigor científico -desde mi punto de vista- incuestionable".

-¿Diría usted que el Che era un educador?

"Definitivamente. El Che no sólo se superó él, profundizando sus conocimientos o adquiriendo otros nuevos, como economista, en términos matemáticos, políticos y filosóficos, sino también los transmitía a todos sus colaboradores y a todos los que lo rodeaban".

-Esta es una curiosidad personal. Leyendo su libro encuentro notas que le escribió el Che donde lo llama a usted 'ogro'. ¿Por qué?

"Me llamaba ogro porque la Naturaleza hizo que yo tuviera un carácter un poco... no diría yo fuerte, pero tampoco fácil. Además, mi imagen física tampoco me ayudaba mucho. Eso, sumado a que no soy de los que se ríen mucho. Y como tanto en la lucha como en la primera etapa de construcción del socialismo las tareas eran dífíciles y complejas, en los cargos que me tocó desempeñar tuve a veces que hacer uso de mi carácter para lograr que se cumplieran algunas cosas.

Y el Che, entonces, en broma, me llamaba 'ogro' y otras veces me llamaba 'vinagreta'. También en esto la revolución me ha ayudado. Porque el hombre se transforma y a través de la educación va cambiando incluso aspectos de su carácter. Y aunque me falta aún mucho y ya estoy bien mayor, he logrado modificar mi carácter y no pienso que hoy se me pueda considerar un 'ogro' ni una 'vinagreta'. Pero en aquella etapa el Che tenía mucho de razón".

Hay muertos que nunca mueren

-Usted estuvo junto al Che hasta su partida a Bolivia...

"Sí. Y vi con envidia cómo otros compañeros partían con él. Yo quería irme también. Pero él consideró que yo era necesario en Cuba. Hablábamos, sin embargo, de un futuro mediato en que yo me uniría a él. Eso no llegó a ocurrir".

-Hay teóricos de la vida del Che que opinan que había en él algo sí como un 'culto a la muerte'. Usted, que estuvo tan cerca, ¿cree que él pensaba que moriría en Bolivia?

"No, para nada. Algunos biógrafos, es cierto, han cargado un poquito la mano diciendo que el Che tenía un fatalismo hacia la muerte. Yo no creo nada de eso. El mismo lo dejó por escrito: su objetivo era comenzar la lucha en Bolivia, donde él consideraba que había determinadas condiciones, además de estar cerca de Argentina, que era sin duda su objetivo final, para generalizar la lucha en América Latina. Y emprendió esa tarea, como todas, con una fe total en el futuro y en el triunfo. En muchos momentos que conversamos al respecto, él ponía énfasis en lo que se haría después de la toma del poder, de los proyectos a poner en práctica en Bolivia, Argentina o el país que fuera. Y se explayaba acerca de cómo aplicar la experiencia cubana para que no tuviera que ser Cuba la única encargada de experimentar cosas nuevas".

-La muerte, su muerte, no estaba en su presupuesto...

"No. El Che era un hombre de un optimismo total. Además, amaba la vida tremendamente. Y la amaba en todos los sentidos, no solamente desde el punto de vista de las posibilidades de un logro revolucionario: la amaba también en términos de asimilar la cultura, el desarrollo, e incluso disfrutar si alguna vez se permitía un descanso... Recuerdo que alguna vez me dijo: 'Si algún día tengo tiempo, me voy a París para poder disfrutar un poco de todo el acervo cultural francés.' Incluso disfrutó profundamente de algunas cosas para las que tuvo poco tiempo, como estar con sus hijos. En absoluto había en el Che un fatalismo hacia la muerte. Aunque, obviamente, quien está al frente de una lucha está dispuesto a morir".

-¿Cómo fue para usted la noticia de la muerte del Che en Bolivia?

"Yo estuve con él prácticamente hasta que tomó el avión para irse. Su partida fue para mí un momento duro. Yo era ministro del Azúcar en el momento de recibir la noticia de su muerte. Nosotros habíamos estado siguiendo muy de cerca sus actividades en Bolivia. Estábamos preocupados porque nos llegaban informaciones acerca de la posibilidad de que el ejército boliviano los cercara. Hasta que un día me llamó Fidel a su casa para examinar con él las fotos que habían llegado. Fidel sabía que yo conocía muy bien al Che: no sólo su rostro, también su torso, sus manos. Fidel y todos estábamos incrédulos. Pensábamos que las fotos podían ser montadas. No queríamos creer. Pero viendo y revisando las fotos le dije que sí, que esas fotos eran del Che muerto. Fue un momento muy, muy duro".

De regreso en casa

-¿Cuál fue la huella más profunda que le dejó el Che?

"La huella más profunda que el Che dejo en mí es al mismo tiempo el mayor aporte que él hizo a la lucha revolucionaria de los pueblos: no sólo su lucha guerrillera, sino también su aporte teórico, demostrado con su accionar en la Revolución Cubana que será trascendente en el futuro de la humanidad. Su aporte teórico renovador del socialismo en el aspecto económico como cosa fundamental, en el componente humanista de su pensamiento, en la demostración de la importancia del internacionalismo entre los pueblos, expresado no solamente en momentos de lucha política sino en la colaboración permanente en términos económicos, comerciales, etc. Es decir, en términos de ver al sistema como integral a escala nacional e internacional".

-¿Qué no le dijo usted al Che que le hubiera gustado decirle?

"Que insistiera más en incluirme entre sus combatientes en Bolivia. Sé que no dependía de él, solamente. Pero creo que si él hubiera insistido, lo habría logrado, como todo lo que se propuso en vida".

-¿Qué significó para usted el regreso de los restos del Che a Cuba, tres décadas después de su muerte?

"Yo diría que por sobre todo fue como ver regresar al Che de nuevo. Fidel dijo que el regreso de sus restos era el refuerzo para la Revolución, en momentos difíciles, tras el derrumbe del campo socialista y todo lo que ello implicaba para Cuba. Fue una mezcla de dolor y de esperanza, de reafirmación. El Che estaba, finalmente, de regreso en casa".